Profesor de Stanford convierte su lucha contra el cáncer en una lección de vida.

Cuando Bryant Lin, profesor de Medicina en la Universidad de Stanford, fue diagnosticado con cáncer de pulmón en etapa avanzada, su vida cambió de manera radical. En pocos días, pasó de ser una persona completamente sana a enfrentar un diagnóstico devastador: metástasis en el cerebro, huesos, hígado y ganglios linfáticos, lo que situaba su enfermedad en fase cuatro, considerada incurable.

Inicialmente, Lin quedó en estado de shock, pero en solo unas semanas logró atravesar las cinco etapas del duelo hasta llegar a la aceptación. En lugar de hundirse en la desesperanza, decidió encontrar un propósito en su situación. “¿Cómo puedo convertir esto en algo positivo?”, se preguntó.

Fue así como nació el curso “Del diagnóstico al diálogo: la lucha de un médico contra el cáncer en tiempo real”. Diseñado para estudiantes de medicina, el curso no solo abordaba aspectos médicos del cáncer, sino también el impacto emocional y humano de la enfermedad. La respuesta fue abrumadora: los cupos se llenaron rápidamente y la clase tuvo que trasladarse a un auditorio más grande debido a la cantidad de estudiantes interesados.

Una historia de superación y enseñanza

Lin nunca había fumado, pero su enfermedad fue producto de una mutación genética más frecuente en personas de origen asiático, un tema que él mismo había investigado antes de su diagnóstico. Antes de convertirse en médico, había estudiado Ingeniería Eléctrica y Ciencias de la Computación en el MIT, pero luego descubrió su pasión por la medicina y la investigación en Stanford, donde lleva casi dos décadas como docente y científico.

El curso que diseñó en medio de su enfermedad se convirtió en un espacio para la reflexión y el aprendizaje. Además de compartir su testimonio, Lin invitó a expertos y personas con experiencias cercanas al cáncer. Su esposa habló sobre el impacto de la enfermedad en los cuidadores, mientras que pacientes y especialistas en salud mental aportaron distintas perspectivas. También abordó temas como la espiritualidad en la medicina, a pesar de no considerarse una persona religiosa.

“Siempre hay un ser humano al que estamos tratando de ayudar”, enfatizó Lin al explicar el propósito de su curso. Su enfoque en la importancia de la humanidad dentro de la medicina resonó entre los estudiantes y colegas.

Un legado más allá del aula

El cáncer ha cambiado la forma en que Lin vive su día a día. Aunque los tumores en su cerebro han desaparecido tras meses de quimioterapia y tratamiento oral, la enfermedad persiste en su cuerpo, y es consciente de que su esperanza de vida es limitada. Sin embargo, mantiene la esperanza de superar las estadísticas y poder ver crecer a sus hijos.

“Quiero vivir la vida cada día, quiero estar con mi familia, quiero viajar con ellos y verlos graduarse”, expresó.

Consciente de la incertidumbre, Lin ha escrito cartas para sus hijos y seres queridos, asegurándose de dejarles un mensaje de amor y gratitud. “De todas las cosas que le han dado sentido a mi vida, ser su papá ha sido la mejor de todas”, concluyó.

Su historia es un recordatorio de que, incluso en la adversidad, se puede encontrar un propósito y dejar una huella en los demás.