La Guerra Comercial entre EE.UU. y China: Consecuencias y Magnitud del Comercio.

El presidente Donald Trump ha tomado la decisión de imponer aranceles superiores al 100% a ciertos productos chinos, lo que ha elevado las tensiones comerciales entre EE.UU. y China. En respuesta, Pekín ha adoptado medidas similares, imponiendo un arancel del 84% sobre todos los productos estadounidenses. Esta escalada en la guerra comercial ha generado preocupaciones sobre el impacto en la economía global.

El comercio entre ambas potencias fue de aproximadamente 585.000 millones de dólares el año pasado, con EE.UU. importando mucho más de China (440.000 millones de dólares) de lo que exportó a este país (145.000 millones de dólares), lo que resultó en un déficit comercial considerable de 295.000 millones de dólares. Aunque este déficit es significativo, es menor a la cifra de 1 billón de dólares mencionada por Trump. Las políticas comerciales de la administración Trump ya habían reducido las importaciones de productos chinos de un 21% en 2016 a un 13% el año pasado, aunque algunas exportaciones chinas a EE.UU. han sido desviadas a través de países del sudeste asiático para evadir aranceles.

Los bienes que EE.UU. exporta a China incluyen soja, productos farmacéuticos y petróleo, mientras que China exporta productos electrónicos, computadoras, juguetes y baterías, cruciales para vehículos eléctricos. Los aranceles adicionales de Trump, que podrían aumentar al 100%, incrementarán considerablemente el costo de estos productos para los consumidores estadounidenses. Lo mismo ocurrirá con las exportaciones estadounidenses a China, lo que afectará también a los consumidores chinos.

Además de los aranceles, China juega un papel crucial en la refinación de metales esenciales para diversas industrias, lo que podría afectar la disponibilidad de estos materiales para EE.UU. En respuesta, EE.UU. podría intensificar las restricciones tecnológicas contra China, como las restricciones sobre microchips avanzados.

Si la guerra comercial se intensifica, no solo afectará a EE.UU. y China, sino que las repercusiones se sentirían globalmente. Ambas naciones representan aproximadamente el 43% de la economía mundial, por lo que una desaceleración en su crecimiento podría perjudicar a otras economías, ralentizando el crecimiento global e impactando la inversión internacional. Además, China, como el mayor productor manufacturero mundial, podría buscar vender sus productos a otros mercados, lo que podría beneficiar a los consumidores, pero afectar negativamente a los productores de otros países, amenazando empleos y salarios.

En resumen, una guerra comercial abierta entre EE.UU. y China tendría efectos negativos a nivel mundial, con consecuencias económicas adversas que los economistas consideran graves.