
Recientemente, Irán ha hecho públicas varias de sus “ciudades de misiles”, un término utilizado para describir vastos y secretos búnkeres subterráneos construidos por el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), en los que se almacenan y preparan misiles, drones y otros sistemas de defensa aérea. Estas instalaciones subterráneas, situadas en áreas montañosas estratégicas, se utilizan no solo para almacenar misiles, sino también para fabricarlos y prepararlos para su uso.
Irán ha anunciado que podría tener tantas “ciudades de misiles” que si se comenzaran a revelar una por semana, tomaría más de dos años para hacer públicas todas. Las imágenes difundidas recientemente por los medios iraníes muestran misiles balísticos avanzados como el Kheibar Shekan y el Emad, capaces de alcanzar distancias de hasta 2.000 kilómetros, lo que representa una amenaza directa a países como Israel y Estados Unidos.
La revelación de estas ciudades se produce en un momento de tensión creciente entre Irán, Estados Unidos e Israel, con varias cuestiones en juego, incluida la amenaza de los hutíes respaldados por Irán, las negociaciones sobre el programa nuclear iraní y los recientes ataques israelíes contra grupos respaldados por Irán en Líbano. El presidente estadounidense, Donald Trump, ha advertido a Irán de represalias militares si no llega a un acuerdo sobre su programa nuclear.

Irán ha justificado la existencia de estas “ciudades de misiles” como una forma de aumentar su capacidad de resistencia a los ataques aéreos y reforzar su capacidad de represalia en caso de ser atacado. Al mantener estas bases subterráneas secretas, Irán busca complicar los cálculos de sus enemigos, haciendo difícil predecir desde dónde podrían lanzarse los misiles, y fortaleciendo su capacidad de supervivencia frente a posibles ataques.
La reciente difusión de estas imágenes tiene como objetivo enviar un mensaje claro a Estados Unidos e Israel: Irán está preparado para responder con fuerza si se ve amenazado, y sus misiles podrían llegar a objetivos distantes como la base militar de Diego García, en el océano Índico. Esto podría tener repercusiones significativas en la seguridad y la estabilidad regionales, además de intensificar las tensiones con los actores internacionales involucrados.