
Wayne Hawkins, un hombre de 80 años, decidió poner fin a su vida bajo las leyes de muerte asistida de California, un derecho que le permitía escoger el momento de su fallecimiento debido a su enfermedad terminal. En su hogar en San Diego, rodeado de su esposa Stella, sus hijos Emily y Ashley, y un equipo médico liderado por el Dr. Donnie Moore, Wayne decidió no sufrir más debido a los dolores insoportables causados por su enfermedad de insuficiencia cardíaca y otros problemas graves de salud.
El proceso fue meticulosamente planeado. El médico le administró una mezcla de sedantes y analgésicos que Wayne consumió en un jugo de cereza y piña. En un entorno familiar y tranquilo, Wayne se despidió de sus seres queridos con humor y serenidad. Su muerte, que se produjo en un plazo de dos horas, estuvo rodeada de un ambiente de aceptación y apoyo por parte de su familia.
Wayne había elegido la muerte asistida para evitar el sufrimiento prolongado que había presenciado en sus familiares. La decisión de terminar con su vida de manera controlada, legalizada en California desde 2016, ha generado debate sobre los derechos de los pacientes terminales y la ética de tales prácticas, un tema especialmente relevante en países donde esta opción aún no está permitida.
