Ante la incertidumbre sobre la fiabilidad de Estados Unidos como aliado, los líderes de la Unión Europea acordaron fortalecer sus sistemas de defensa en los próximos cinco años. En este contexto, Turquía busca consolidarse como un actor clave en la seguridad regional.
Durante la visita del primer ministro polaco, Donald Tusk, a Ankara, el presidente Recep Tayyip Erdogan reafirmó la aspiración turca de unirse plenamente a la UE. Según el mandatario, una estrecha cooperación con su país es fundamental para que Europa recupere su influencia global.
Turquía: un actor militar estratégico entre dos continentes
Turquía, con una ubicación privilegiada entre Europa y Asia, posee una de las fuerzas armadas más poderosas del mundo. De acuerdo con el informe de Global Firepower, su ejército ocupa el noveno puesto a nivel mundial, superando a naciones como Italia, Alemania e Israel.
Las fuerzas armadas turcas cuentan con aproximadamente 884.000 efectivos, de los cuales 355.200 están en servicio activo. Su Fuerza Aérea dispone de más de 940 aeronaves, incluyendo unos 200 aviones de combate, mientras que su flota de tanques asciende a más de 2.230 unidades, lo que la convierte en la segunda más grande de la OTAN, después de Estados Unidos.
En las últimas décadas, Turquía ha impulsado el desarrollo de su industria militar para reducir su dependencia de proveedores extranjeros, especialmente tras las sanciones impuestas por naciones occidentales. Gracias a inversiones en investigación y tecnología, el país ha logrado exportar equipos militares, como drones, tanques y sistemas de defensa, a 180 países. En 2024, las exportaciones del sector alcanzaron los 7.100 millones de dólares, superando las previsiones.
Si bien muchos compradores provienen de África, el Golfo Pérsico y Asia, Ankara ha comenzado a expandir su mercado hacia América Latina. Sin embargo, la venta de armas a regímenes autoritarios y zonas en conflicto ha generado controversia.
Innovación y desafíos en la industria de defensa
El gobierno de Erdogan ha impulsado una profunda transformación en el sector armamentístico, integrando universidades, startups y centros de investigación con el ejército. Empresas como Baykar, liderada por Selcuk Bayraktar, yerno del presidente, han alcanzado reconocimiento internacional gracias a sus drones militares, utilizados en conflictos como los de Ucrania, Libia y Siria.
Recientemente, Baykar firmó un acuerdo con la empresa italiana Leonardo para desarrollar drones en conjunto, mientras que Indonesia también ha mostrado interés en colaborar con Turquía en este ámbito.
A pesar de estos avances, el país aún enfrenta limitaciones tecnológicas en áreas como la producción de microchips y la computación cuántica. No obstante, la Agencia de la Industria de Defensa (SSB) ha desempeñado un papel clave en la expansión del sector, convirtiéndolo en un instrumento de influencia política y económica.
Desde una perspectiva estratégica, Turquía se ha convertido en un socio relevante para la UE, la OTAN y China. Además, su creciente poder militar podría reducir las críticas de los líderes europeos sobre las deficiencias democráticas en el país, lo que afectaría a la oposición y a la sociedad civil turca.
Aún está por verse si Ankara logrará integrarse en la arquitectura de seguridad europea, pero su ascendente capacidad militar la posiciona como un actor con peso en la región.
