
Mark Carney juró este viernes como el nuevo primer ministro de Canadá, asumiendo el cargo en un contexto de alta tensión comercial con Estados Unidos y declaraciones polémicas del presidente Donald Trump sobre una posible anexión del país norteamericano.
Carney, de 59 años, fue elegido como líder del Partido Liberal en reemplazo de Justin Trudeau, quien anunció su dimisión en enero y se mantuvo en funciones hasta la designación de su sucesor. En su despedida, Trudeau agradeció a la ciudadanía por su apoyo y los desafíos que enfrentó durante su mandato.
A diferencia de sus predecesores, Carney no tiene experiencia previa en política, pero su trayectoria en la gestión de crisis económicas le otorga credibilidad para enfrentar los desafíos actuales. Desde su llegada al poder, ha dejado claro que no se mostrará condescendiente ante Trump, afirmando que Canadá nunca cederá ante presiones externas.
“Los estadounidenses buscan nuestros recursos, nuestra tierra, nuestra agua, nuestro país… pero Canadá jamás será parte de Estados Unidos”, declaró con firmeza en su primer discurso como líder del Partido Liberal.
El reto de mantenerse en el cargo
El nuevo mandatario deberá consolidar su liderazgo en un escenario electoral complejo, ya que las elecciones federales están previstas para octubre, aunque existe la posibilidad de que se adelanten en los próximos días.
Carney es una figura poco convencional en la política canadiense, ya que nunca ha ocupado un escaño legislativo ni ha desempeñado cargos gubernamentales. Sin embargo, su historial es impresionante: fue el primer extranjero en dirigir el Banco de Inglaterra en más de tres siglos y ha sido el único en liderar dos bancos centrales del G7, habiendo guiado a Canadá a través de la crisis financiera de 2008 como gobernador del Banco de Canadá.

De economista a primer ministro
Nacido en una familia de educadores, Carney obtuvo una beca para estudiar en la Universidad de Harvard, donde destacó en el hockey sobre hielo, uno de los deportes más emblemáticos de Canadá. Posteriormente, obtuvo un doctorado en Economía en la Universidad de Oxford.
En 2003 dejó el sector privado para incorporarse al Banco de Canadá como vicegobernador, y más tarde trabajó en el Ministerio de Finanzas como viceministro adjunto principal. Su nombramiento como gobernador del Banco de Canadá en 2007, justo antes del colapso financiero global, fue clave para mitigar el impacto de la recesión en el país.
Durante su gestión, Carney implementó políticas de tasas de interés bajas que permitieron a las empresas seguir invirtiendo en tiempos de incertidumbre económica. Su éxito en Canadá lo llevó a asumir el liderazgo del Banco de Inglaterra, donde modernizó la institución y desempeñó un papel crucial en la estabilidad financiera británica.

No obstante, su estilo de liderazgo generó opiniones divididas. En el Reino Unido, un parlamentario lo apodó “novio poco fiable” debido a la falta de claridad en ciertas decisiones económicas. Además, sus advertencias sobre las posibles repercusiones económicas del Brexit generaron controversia en la política británica.
Ahora, como primer ministro de Canadá, Carney enfrenta el enorme desafío de gestionar la creciente disputa comercial con Estados Unidos, en un momento clave para el futuro económico y político del país.