
Hace años, Estados Unidos cedió terreno en la industria de fabricación de microchips, permitiendo que Asia —especialmente China, Taiwán, Japón y Corea del Sur— tomara la delantera. Así lo expresó Gina Raimondo, exsecretaria de Comercio, en 2021. Hoy, este sector sigue siendo una pieza clave en la competencia tecnológica entre EE.UU. y China.
El expresidente Donald Trump, en su intento de recuperar ese terreno, ha prometido revitalizar la producción local de chips mediante una estrategia que incluye aranceles agresivos y exigencias a empresas extranjeras. Sin embargo, reconstruir una industria tan especializada y costosa no es una tarea sencilla ni rápida.

La complejidad de los semiconductores
Aunque los chips fueron inventados en EE.UU., actualmente la producción más avanzada se concentra en Asia. Fabricar un chip implica una cadena de suministro internacional: diseño en EE.UU., producción en Asia, ensamblaje en China y distribución global. Es un proceso altamente técnico que ha evolucionado durante décadas.
Trump ha amenazado con imponer aranceles de hasta el 100% a empresas como TSMC si no instalan plantas en territorio estadounidense. A pesar de que la empresa taiwanesa ha invertido miles de millones en fábricas en Arizona, expertos advierten que sus chips allí siguen estando una generación detrás de los más sofisticados fabricados en Taiwán.
Incentivos y obstáculos
Durante la administración Biden, se aprobó la Ley de Chips y Ciencia, que otorgó subsidios y créditos fiscales para fomentar la producción nacional. Gracias a esto, empresas como TSMC y Samsung anunciaron inversiones millonarias en EE.UU., pero enfrentan dificultades como el alto costo de construcción, la falta de personal especializado y tensiones con sindicatos.
La realidad es que construir fábricas de semiconductores no es como levantar cualquier otro tipo de industria. Requiere entornos ultrapuros, años de planificación y una cadena de suministro globalizada.
Factores clave: inmigración y talento
Uno de los grandes desafíos para la estrategia de Trump es su postura restrictiva en inmigración. La industria de los chips depende de talento internacional, especialmente de ingenieros altamente calificados provenientes de China e India. Expertos advierten que sin flexibilizar las políticas migratorias, será difícil atraer la mano de obra necesaria.
Impacto global y reacciones
El proteccionismo de Trump ya ha generado fricciones a nivel internacional. Economías como Japón no contemplaban aranceles en sus estrategias de desarrollo del sector, y compañías chinas como Huawei han buscado expandirse hacia nuevos mercados para sortear las restricciones impuestas por EE.UU.
Algunos creen que Trump no busca excluir completamente a las empresas extranjeras, sino forzar acuerdos. Un ejemplo es la presión ejercida sobre ByteDance, dueña de TikTok, para que cediera parte de su propiedad a empresas estadounidenses.
Una carrera de largo plazo

La experiencia asiática demuestra que ningún país puede dominar la industria de chips en solitario. El éxito en este campo requiere décadas de inversión, colaboración internacional y apertura al comercio global. Mientras Trump apuesta por el nacionalismo económico, Asia ha prosperado gracias a la cooperación y la integración regional.
