Elecciones en Ecuador: Daniel Noboa y Luisa González se enfrentan nuevamente en una reñida segunda vuelta.

Ecuador se prepara para una nueva jornada electoral este domingo, con los mismos contendientes que protagonizaron la segunda vuelta de octubre de 2023: el presidente Daniel Noboa y la candidata de oposición Luisa González.

Las últimas encuestas muestran un escenario de empate técnico. Según la encuestadora Comunicaliza, Noboa obtendría el 50,3% de los votos válidos, mientras que González alcanzaría el 49,7%. Por su parte, Telcodata sitúa a la opositora ligeramente por delante, con un 50,2% frente al 49,8% del actual mandatario. Ambos resultados se encuentran dentro del margen de error.

En la primera vuelta, celebrada en febrero, Noboa logró el 44,3% de los sufragios frente al 43,8% de su contrincante, de acuerdo con los datos oficiales. Esta segunda vuelta se da tras unas elecciones extraordinarias que tuvieron lugar en 2023, convocadas para completar el mandato presidencial de Guillermo Lasso, quien disolvió la Asamblea en medio de una crisis política.

Un contexto muy distinto al de 2023

Hace 18 meses, Daniel Noboa se convirtió en el presidente más joven de la historia del país al imponerse por un estrecho margen del 51,8% frente al 48,1% a González. En aquel entonces, su candidatura fue percibida como una novedad política, con un discurso enfocado en la seguridad y el rechazo al correísmo, que le permitió captar el voto de quienes buscaban una alternativa a ese proyecto.

Ahora, Noboa debe defender su gestión al frente del Ejecutivo en un escenario marcado por la violencia, la crisis económica y energética, y un creciente descontento ciudadano.

“La situación es muy diferente. Noboa ya no es el candidato nuevo, sino un presidente con casi año y medio de gobierno, con promesas que no ha logrado cumplir y con un evidente desgaste”, señala Caroline Ávila, analista en comunicación política.

Aunque comenzó su mandato con altos niveles de aprobación por su reacción frente a la inseguridad, su imagen ha perdido fuerza ante la falta de resultados concretos. En esta campaña, ha intentado posicionarse como un líder firme, con una narrativa centrada en evitar el regreso de la izquierda correísta al poder.

Según el politólogo Andrés Chiriboga, Noboa mantiene una base de apoyo importante gracias a su equipo de campaña, el uso del aparato estatal y su cercanía con sectores clave del poder, como las Fuerzas Armadas, el sistema judicial y el gobierno de Estados Unidos. Su reciente reunión con Donald Trump fue interpretada como una muestra de respaldo internacional.

Luisa González: una estrategia renovada para ampliar su base electoral

Por su parte, Luisa González ha evolucionado desde la elección anterior. En 2023 era una candidata con escasa experiencia nacional, ligada directamente al expresidente Rafael Correa y a un discurso de continuidad con la Revolución Ciudadana.

Ahora, ha adoptado un tono más moderado, buscando atraer a sectores conservadores y a votantes indecisos que tradicionalmente han desconfiado del correísmo. Ha suavizado la figura de Correa en su campaña y adoptado posturas conservadoras en temas sociales para acercarse a electores de Guayaquil y otras regiones claves.

También ha endurecido su discurso contra Noboa, aprovechando el malestar generado por su gestión. Su participación en el último debate presidencial fue vista como un intento de conectar con los votantes más críticos del gobierno actual.

Otro movimiento estratégico fue la alianza con el movimiento indígena Pachakutik y su líder Leonidas Iza. Aunque esta coalición no garantiza automáticamente el respaldo de las bases, representa un intento claro de ampliar su espectro electoral.

A diferencia de su campaña anterior, González ha priorizado propuestas económicas y sociales concretas, como el fortalecimiento de la educación pública y el impulso de energías limpias, en respuesta a la crisis que atraviesa el país.

Seguridad y economía: los temas que más pesan en esta elección

La inseguridad sigue siendo la principal preocupación para la mayoría de los ecuatorianos. Si bien Noboa prometió una política de mano dura contra el crimen en 2023, sus resultados han sido mixtos. El “Plan Fénix”, que permitió la intervención militar en cárceles y zonas conflictivas, redujo temporalmente la violencia, pero no logró un cambio sostenido.

De hecho, el inicio de 2025 fue uno de los más violentos registrados, con un promedio de 26 homicidios diarios en enero y febrero. Además, se han denunciado violaciones a los derechos humanos, como el caso de los llamados “4 de Guayaquil”, menores de edad detenidos y asesinados tras un operativo militar.

En lo económico, el panorama también se ha deteriorado. Ecuador entró en recesión técnica en 2024, con una caída del 0,4% en el PIB. La crisis energética, producto de una prolongada sequía y de falta de inversión, ha provocado apagones de hasta 14 horas, afectando gravemente al empleo y a la actividad productiva. Se estima que se perdieron unos 200.000 empleos por esta situación.

Aunque el gobierno de Noboa consiguió un préstamo de 4.000 millones de dólares del FMI y ha mantenido baja la inflación, la percepción generalizada es de frustración por la falta de mejoras tangibles.

Un final abierto

A pesar del malestar por su gestión, Noboa sigue siendo un contendiente fuerte en esta elección, gracias al respaldo institucional y al rechazo que todavía genera el correísmo en amplios sectores del país.

Mientras tanto, el ascenso de González en las encuestas refleja un voto de protesta más que un apoyo entusiasta a su propuesta política. Para muchos votantes, esta elección será una decisión entre dos opciones imperfectas.

Los ecuatorianos acudirán a las urnas este domingo en medio de una gran incertidumbre. Lo único claro es que el resultado será ajustado y definirá el rumbo del país en medio de una de sus etapas más complejas en décadas.