
Daniel Noboa, quien en 2023 se convirtió en el presidente más joven de Ecuador, ha sido reelegido para un nuevo mandato de cuatro años tras superar una serie de desafíos durante sus primeros 17 meses en el poder.
Con casi todos los votos contabilizados, Noboa obtuvo cerca del 56% de apoyo en la segunda vuelta electoral celebrada este domingo, imponiéndose nuevamente a Luisa González, candidata de la agrupación correísta Revolución Ciudadana, quien denunció fraude sin presentar evidencias.
En una región donde la reelección presidencial no es común, la victoria de Noboa destaca especialmente considerando el contexto de violencia, crisis energética y dificultades económicas que ha atravesado el país.
“La situación del país es complicada”, comentó a BBC Mundo la analista Caroline Dávila. “Y aun así, con resultados limitados en temas de seguridad, Noboa mantiene una aprobación del 40%”.
De figura emergente a presidente consolidado
El ascenso de Noboa comenzó tras la disolución de la Asamblea Nacional por parte del expresidente Guillermo Lasso, lo que permitió adelantar elecciones en 2023. Con una buena actuación en los debates, Noboa pasó de ser un político poco conocido a ocupar la presidencia con solo 35 años.
Proviene de una influyente familia bananera de Guayaquil, es egresado de universidades estadounidenses y posee una maestría en comunicación política. Su padre, Álvaro Noboa, buscó infructuosamente la presidencia en cinco ocasiones.
A su llegada al poder, Ecuador vivía una alarmante ola de violencia vinculada al narcotráfico, con una tasa de homicidios que pasó de menos de 7 por cada 100.000 habitantes en 2019 a 46 en 2023. Tras un violento ataque televisado en enero de 2024, Noboa respondió declarando un conflicto armado interno y desplegando a los militares para labores de seguridad.
Estas medidas, respaldadas por una consulta popular, redujeron la tasa de homicidios a 39 por cada 100.000 en 2024, aunque la violencia repuntó a inicios de 2025. Pese a ello, expertos consideran que los votantes valoraron positivamente su estrategia.
“El ejército goza de alta credibilidad en el país”, explicó el politólogo Santiago Cahuasquí. “Aunque los resultados son preliminares, la percepción de que hay un cambio influye más que las cifras”.
Polémicas y apoyo persistente
Noboa logró mantenerse fuerte ante diversas controversias. Una de las más destacadas fue la incursión en la embajada mexicana para detener a Jorge Glas, exvicepresidente correísta condenado por corrupción, lo cual generó una crisis diplomática. Sin embargo, su popularidad en Ecuador se mantuvo estable.
Otro episodio fue su conflicto con la vicepresidenta Verónica Abad, a quien evitó entregar el poder temporalmente durante su campaña, lo que también generó críticas.
En diciembre, el asesinato de cuatro menores en Guayaquil, presuntamente a manos de militares, generó preocupación por los abusos asociados a su estrategia de seguridad. Aun así, muchos ciudadanos lo ven como un líder decidido a enfrentar el crimen.
“Existe la idea de que Noboa es un presidente que toma decisiones valientes”, señala el analista político Ávila, comparándolo con el estilo confrontacional del expresidente Rafael Correa.
Más poder, más responsabilidades
A pesar de no tener mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, el partido de Noboa, Acción Democrática Nacional (ADN), obtuvo una bancada ampliada de al menos 66 escaños. Esto le dará mayor peso en el Congreso.
El mandatario ha anunciado su intención de convocar una Asamblea Constituyente para reformar la Carta Magna de 2008 y su administración también podría influir en el nombramiento de autoridades clave en instituciones como la Fiscalía, el Consejo Electoral y la Defensoría del Pueblo.
“El presidente puede desempeñar un rol crucial en la consolidación del poder político”, apunta Cahuasquí.
A sus 37 años, Noboa no solo ha hecho historia por su juventud, sino también por consolidarse como una figura política fuerte en un país en constante tensión.
