“Esto nos está afectando mucho”: cómo las empresas chinas ya sienten los efectos de los aranceles de Trump.

Desde un almacén repleto de productos que ya no se exportan, Lionel Xu, empresario chino de la provincia de Zhejiang, resume con frustración la situación: “Trump está loco”. Xu lidera una pequeña firma de 400 empleados que hasta hace poco exportaba la mitad de su producción a Estados Unidos. Hoy, sus populares kits antimosquitos, antes disponibles en tiendas como Walmart, están almacenados sin salida comercial.

La razón es el reciente incremento de aranceles decidido por el presidente Donald Trump, que ahora alcanza el 145% sobre productos importados desde China. La medida, que busca proteger a la industria estadounidense, ha generado un fuerte golpe para miles de fabricantes chinos, muchos de los cuales exponen sus productos en la Feria de Cantón, en Guangzhou, una de las mayores vitrinas comerciales del mundo.

Producción paralizada y mercados en pausa

Amy, representante de una empresa que fabrica heladeras, cuenta que han tenido que detener la producción. “Todo está en stock. Nuestros compradores principales eran estadounidenses”, comenta. Escenarios similares se repiten en otros pabellones de la feria, donde electrodomésticos, cepillos eléctricos y exprimidores aguardan compradores que ya no llegan.

Aunque Trump suspendió la mayoría de los aranceles tras un colapso en los mercados financieros, mantuvo las tarifas sobre productos chinos. Como respuesta, Pekín impuso aranceles del 125% a bienes provenientes de Estados Unidos. Esto ha congelado el comercio entre ambos países, afectando directamente a unas 30.000 empresas que dependen de esta relación.

Sin alternativas claras

Muchos empresarios, como Xu, confían en que la situación se revierta pronto. “Quizás mejore en uno o dos meses”, dice, cruzando los dedos. Pero en el mientras tanto, el mercado interno chino, aunque enorme, no logra compensar las pérdidas. A pesar de los esfuerzos del gobierno por incentivar el consumo interno, los ciudadanos prefieren ahorrar, temerosos de la economía y afectados por la caída del valor de las viviendas.

Las exportaciones siguen siendo la columna vertebral del crecimiento económico en China, representando cerca del 50% del mismo en 2024. Además, Goldman Sachs estima que entre 10 y 20 millones de trabajadores chinos están empleados exclusivamente para producir bienes destinados al mercado estadounidense.

Testimonios desde el corazón industrial.

En los talleres de Guangdong, empleados como el que trabaja en una fábrica de calzado aseguran que sus ingresos han caído drásticamente. “Antes ganaba unos 300 o 400 yuanes diarios. Ahora, si consigo 100, tengo suerte”, confiesa, prefiriendo el anonimato. Su compañero lo insta a callar: hablar de problemas económicos puede ser delicado en China.

Aunque algunas voces como la de Hy Vian aseguran que “si no quieren que exportemos, venderemos en casa”, lo cierto es que muchas fábricas no pueden sobrevivir con el consumo interno. “Estados Unidos es demasiado complicado”, reflexiona Mei Kunyan, dueña de una empresa de calzado que ahora se enfoca exclusivamente en el mercado local.

Un conflicto sin salida cercana.

La falta de diálogo entre Washington y Pekín sugiere que esta disputa comercial está lejos de resolverse. Aunque China ha dicho que no aumentará los aranceles más allá del 125%, no se vislumbra una tregua. En tanto, algunas firmas intentan diversificar sus destinos comerciales. Amy, por ejemplo, apuesta por nuevos mercados: Europa, Arabia Saudita y Rusia.

Mientras tanto, los costos de esta guerra comercial se reparten a ambos lados del Pacífico: los fabricantes chinos enfrentan pérdidas crecientes y los consumidores estadounidenses, precios más altos. Una pulseada sin ganadores por ahora.