Miles de argentinos marchan pacíficamente contra Milei pese a un fuerte despliegue policial

Sindicatos, organizaciones sociales y partidos de izquierda se congregaron en una plaza fuertemente custodiada por la policía, una semana después de que una protesta anterior terminara con graves disturbios.

Este miércoles, miles de manifestantes se reunieron frente al Congreso en Buenos Aires para expresar su apoyo a los jubilados. A diferencia de la movilización de la semana pasada, que contó con la presencia de hinchas de fútbol y careció de una estructura clara, en esta ocasión la organización fue liderada por sindicatos estatales, movimientos sociales y sectores de la izquierda radical. Con una estrategia más definida, los participantes se distribuyeron en distintos puntos con el propósito de evitar enfrentamientos como los ocurridos hace siete días, cuando más de un centenar de personas fueron detenidas y varias resultaron heridas. Uno de los afectados más graves es el fotógrafo Pablo Grillo, quien continúa en estado crítico tras ser impactado por una bomba de gas en la cabeza. Sin embargo, en esta oportunidad, la protesta transcurrió sin incidentes y se disolvió de manera pacífica al anochecer.

A pesar de ello, el Gobierno se preparó para un escenario de confrontación. La política de mano dura ha sido una de sus principales banderas y cuenta con amplio respaldo entre sus votantes. Desde la víspera, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, sostuvo reuniones con Santiago Caputo, estratega del Ejecutivo, y con altos mandos de los servicios de inteligencia. Horas antes de la manifestación, publicó imágenes de una treintena de presuntos barras bravas acusados de protagonizar los disturbios previos y ofreció una recompensa de 10.000 dólares por información sobre los responsables de hechos violentos durante la protesta.

El operativo de disuasión comenzó desde temprano con el objetivo de reducir la participación en la marcha. En todas las estaciones de tren, el principal medio de transporte para ingresar a la capital desde la periferia, se proyectó un mensaje en grandes letras que advertía: “Protesta no es violencia. La policía va a reprimir cualquier atentado contra la República”. Además, la alerta fue repetida constantemente a través de los altavoces de las terminales.

A pesar de la fuerte presencia policial y las advertencias oficiales, la convocatoria se mantuvo firme. Algunos manifestantes llevaron cascos, gafas de natación y pañuelos para protegerse de posibles gases lacrimógenos. Otros asistieron con cierto temor, pero pronto percibieron un ambiente mucho más tranquilo en comparación con la semana anterior. Los jubilados, en particular, sintieron alivio ante la ausencia de tensión y celebraron el apoyo masivo a su lucha por pensiones dignas. “Todos seremos jubilados” y “Su lucha de hoy es la nuestra de mañana” fueron algunas de las frases que se leían en pancartas portadas por estudiantes y trabajadores. Actualmente, la pensión mínima en Argentina es inferior a 300 dólares y cerca del 30% de los mayores de 65 años vive en condiciones de pobreza.

Los hinchas de fútbol volvieron a hacerse presentes, especialmente los de Chacarita, club cuya afición dio el impulso inicial a estas protestas, que hasta entonces pasaban desapercibidas en los medios. Hace dos semanas, los seguidores del equipo convocaron a movilizarse en defensa de los jubilados y, desde entonces, otras hinchadas se han sumado al reclamo. Estos grupos critican que el Gobierno los señale como responsables de los disturbios en las inmediaciones del Congreso. “¿Qué podemos esperar de un Gobierno que miente en todos los sentidos? Está claro que lo que buscan es criminalizar la protesta con estereotipos absurdos”, expresa Hugo, uno de los hinchas de Chacarita que participó en la organización de las primeras manifestaciones.